Después de escuchar que «son cosas que le pasan a todo el mundo y no puedes
castigarme por eso, como tampoco alejarme para siempre por eso y no puedes
desligarte de mí y hacer como si no existiera. Te prometo que vamos a estar
bien y que esta vez sí, esta vez sí va a funcionar y si necesitas que
cambie, voy a cambiar, pero no me condenes ahora que te pido que te quedes
y prometo ser lo que necesitas que sea. No ahora que te ofrezco esta tregua
y te pido otra oportunidad… ahora que me la merezco. Vamos a estar bien,
no tengas miedo. Esta vez no miento. Vamos a estar bien…», me miré a los
ojos para ver si me estaba queriendo engañar pero imposible saberlo (no me
conozco tanto). Así que me dije bueno, intentemos y me di la mano, voy a
darnos otra chance a ver si esta vez la unidad. Me abracé llorando,
emocionadísimo, gracias Emilio, de nada Emilio, vamos a ser uno…
Y así fue como me reconcilié conmigo… pero claro, cuando me vi yéndome
tan satisfecho por la respuesta obtenida no pude evitar un leve asomo de
sospecha… no sea cosa que…