Laberintos, blancos paisajes, intrigantes figuras se pueden apreciar en la obra de Moti Yamamoto. Lo diferente de su obra, es que todo está hecho de sal.
Miles, millones de granos de sal dan vida a las más hipnóticas formas, todas realizadas con precisa y delicada armonía que refleja la obra del japonés.
El mismo artista se refiere a su obra y la utilización de la sal como “dibujar un laberinto con sal es como seguir el rastro de una memoria”.
En la cultura japonesa, la sal es sinónimo de purificación, además, muy ocupado en tradiciones funerarias para limpiar el cuerpo y como protección de los espacios de entidades no deseadas.