La insurrección de París, que puso fin a la monarquía de los Borbones, inspiró a Delacroix para la realización de este lienzo que mezcla el desnudo alegórico con el vestido contemporáneo del burgués, del obrero y del muchacho de las calles de París, sobre un fondo humeante que deja entrever las Torres de Notre-Dame. La figura de la mujer, con el pecho desnudo, simboliza Francia y la libertad. El humo luminoso de los cañones insinúa una metáfora de la burguesía, que logra liberarse de las tinieblas y encuentra la luz en ese país que emerge de las cenizas. La lucha y la patria se representan con la bandera y la bayoneta ascendentes y paralelas, mientras que la mujer mirando hacia atrás, incita al pueblo a seguir avanzando hacia el futuro.
Delacriox, en una carta a su hermano, escribió sobre esta pintura:
«Me libro del rencor trabajando. He comenzado un asunto moderno, una barricada… Si no he combatido por la patria, al menos puedo pintar para ella. Eso me ha dado un humor excelente.»