La única réplica que se encontraba en manos de privados de la obra de Edvard Munch, El grito (1895), fue subastado por Sotheby’s en 119,9 millones de dólares, pasando a ser con esta cifra, la obra más costosa subastada en la historia y arrebatando a su vez este título a la obra de Picasso Desnudo, hojas verdes y busto.
Superando todas las expectativas en el precio que supuso la casa de subastas (alrededor de 80 millones de dólares), el comprador aún se desconoce, pero informaciones señalan que podría haber sido el magnate griego, Philip Niarchos; el multimillonario dueño del club de fútbol Chelsea FC, Román Abramóvich; o la familia real de Qatar.
Por su parte, el que fue dueño de la obra subastada, Petter Olsen, dijo que con el dinero piensa construir un museo, un centro de arte y un hotel en Noruega.
¿Habrá conseguido Edvard Munch tal cantidad de dinero en vida con sus trabajos?
