Teotihuacán, la ciudad de los dioses.

Teotihuacán
En el extremo noreste del valle de México se forma el valle de Teotihuacán, con una extensión de aproximada de 600 km2, lo recorre el río San Juan (su drenaje principal) que desemboca en el lago de Texcoco, teniendo además numerosos manantiales.

Vista de la Calzada de los Muertos, desde la Piramide de la Luna.

Ubicado a una altura de 2.200 m sobre el nivel del mar se considera que inició a partir del siglo II a. de C., siendo considerada la cultura más importante del área central del antiguo México.
Para el estudio de Teotihuacán se han hecho varias divisiones (hechas en relación a tiempo y fases de desarrollo de esta cultura), Teotihuacán I, II y III; aunque posteriormente a esta división se ha descubierto que existieron fases anteriores que se conocen como: Cuanalan y Patlachique (muy distintas entre sí), estas fases se consideran el antecedente de la cultura teotihuacana, ya que no surge espontáneamente. Durante estas fases Teotihuacán se convierte en un pueblo grande con más de 6 km2 de extensión, alcanzando una población de l0.000 personas.
Se han descubierto por lo menos cuatro talleres de obsidiana que probablemente se inician en esta época; se especializaban en producir puntas y cuchillos tallados por percusión. Tal vez ello fue el primer impulso que lanzó a Teotihuacán a un camino comercial que habría de ser cada vez más importante, dando a la futura ciudad un principio de internacionalización, tan evidente en épocas posteriores.
Teotihuacan I
Esta fase ocupa aproximadamente los dos siglos anteriores a la era cristiana; durante esta, la ciudad aumentó enormemente tanto en extensión como en población (tal vez llegó a los 50.000 habitantes) la cual se ubicaba en su mayor parte en la región norte y oeste, pero con densidades muy variables, en este tiempo otros pueblos del valle disminuyen en población ya que sus habitantes se mudan a Teotihuacán que ofrece mayores atractivos.
En este período la Calzada de los Muertos queda trazada en su extremo norte, posiblemente se inician las avenidas Este y Oeste; la ciudad está adquiriendo su forma definitiva (grandes ejes con un plan cruciforme y la división en cuadrantes), queda establecida la orientación definitiva norte-sur, con una desviación de 15′ 30″ al este de norte (recuerda la orientación de la ciudad planificada más antigua en Mesoamérica, La Venta con 8′ al oeste del norte).

Vista aerea de la Avenida.

En esta etapa se construyeron gran parte de los edificios más colosales de la ciudad: la pirámide del Sol, que fue ampliada dos veces y llegó entonces a su altura actual, y el edificio interior de la pirámide de la Luna. La pirámide del Sol tiene una base casi cuadrada de 222 por 225 m, formada por cuatro cuerpos inclinados con una altura total superior a 63 m (sin contar el templo que la coronaba, ahora perdido), formada por enormes taludes superpuestos que no terminan en un tablero, construida casi por completo de barro, con el exterior revestido de piedra cortada pero no pulida. Hay otra construcción más antigua, casi del mismo tamaño en su interior construidas ambas en esta fase.

Piramide del Sol, Teotihuacán.

Existen aproximadamente unos veintitrés complejos de templos (formados por tres templos que encierran otros tantos lados de un patio y una plataforma baja limitando el cuarto lado del patio) que corresponden a esta época. Es posible que desde esta etapa se iniciaran ciertos proyectos de irrigación y se cultivaran nuevas tierras; se desarrolla la producción de manufacturas y el comercio. Teotihuacán empezó a importar la obsidiana verde (la local era gris), desde el cerro de las Navajas en Hidalgo. Tomando en cuenta el desarrollo que se alcanza en los diferentes campos se piensa que existía una división social con un estado predominante y una profesionalización de las actividades, es decir, que no se hacia artesanía en tiempos de ocio, sino como una actividad primordial.
A raíz de esto, Teotihuacán alcanza gran importancia en el mercado local, centro y foco, junto con el templo (religión), de las ciudades de Mesoamérica.
Teotihuacan II
Este período perdura hasta el año 350 d. C. Durante esta fase se formó el área metropolitana que abarca el valle de México además del de Puebla, controlando también parte de Hidalgo.
En esta época es considerado un imperio, ya que se puede observar rasgos de su influencia en el valle de Oaxaca, en Veracruz y hasta en Kaminaljuyú, en el Altiplano de Guatemala; aceptando también ideas de fuera. Se construye lo que fue su centro político y comercial, el Gran Conjunto formado por el templo de Quetzalcóatl (este es considerado uno de los monumentos más ricamente decorados y suntuosos del antiguo México) y el cuadrángulo frente a él, se establecen bien las avenidas Este y Oeste prolongándose en más de 3 Km. hacia el sur la de los muertos.
En el templo de Quetzalcóatl se observa un gran trabajo. Tiene seis cuerpos escalonados con un pequeño talud y un gran tablero, en el centro de la fachada poniente, una enorme escalinata con las alfardas decoradas con cabezas de serpientes en alto relieve, los taludes también están decorados con serpientes en bajo relieve con el animal completo, apareciendo también conchas y caracoles. La piedra fue cortada, ajustada, tallada y pintada en vivos colores de los cuales aún se observan restos.

Templo Quetzal.
Serpiente del Templo Quetzal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hacia el sur se ubica el centro de las actividades y hacia el norte se deja la función religiosa y de más solemnidad. En esta etapa la superficie que ocupaba llegó a ser de 20 km2 y contó con unos 100.000 habitantes.
El eje principal es el Norte-Sur (la Calzada de los Muertos- Micaotli-), en esta época queda terminada la pirámide de la Luna y su sensacional plaza -una de las más bellas del mundo-. Los muros eran encalados y cubiertos con pintura mural mediante frescos, los motivos son generalmente animales, con escenas que ocurren dentro del agua. Dentro del campo de la escultura no alcanzo gran auge, como en la pintura, la cual incluso fue imitada.

Teotihuacán, Piramide de la Luna.

Se pueden ubicar diversos barrios, delimitados tanto por la procedencia como por la profesión de los que en ellos vivían. Se han descubierto más de cuatrocientos talleres (ceramistas, lapidarios, labrado de productos en concha, pizarra, piedra sin pulir, albañiles, estucadores, etc.) Teotihuacán era una ciudad donde vivían gentes llegadas de otros lugares a veces muy distantes, lo cual promovió en parte el gran desarrollo. Se cree que llegaban numerosos peregrinos a pedir favores a los dioses impresionados por la monumentalidad de sus conjuntos y los imponentes edificios, siendo atracción estética y emocional.
Teotihuacan III
En esta gran época final (350 – 650), lo realizado anteriormente se consolida y expande, la ciudad llega a su máximo esplendor y prestigio, aunque su área se reduce a 19 km2, alcanzando 200.000 habitantes (aprox.).
A esta época pertenecen muchísimos de los monumentos que ahora vemos. Pertenecen a este período gran proporción de los templos excavados y reconstruidos parcialmente entre 1962 y 1964, como el palacio del Quetzalpapalotl, en la plaza de la Luna; a esta corresponden también buena parte de los más de doscientos frescos murales recobrados (en palacios, templos y casas) en los cuales se observan motivos simbólicos y esencialmente religiosos, la pintura expresa un gran sentido en las líneas y movimiento, manifestando composiciones con tendencia simétrica, sombrías y dignas, con un extraordinario refinamiento del color.
En las pinturas religiosas se observan representaciones oficiales donde suelen aparecer dioses o sacerdotes, los cuales traen complicadas vestiduras, inmensos tocados y numerosas joyas de jade, mientras celebran algún acto ritual.
En otro grupo de pinturas no aparecen figuras humanas, sino animales, los cuales son jaguares, peces, aves, serpientes, en escenas violentas, algunos y otros muy pacíficos; dentro de la pintura también podemos encontrar otro grupo, la abstracta, en la cual aparecen figuras creadas por la imaginación, simples motivos decorativos, frisos u ornamentos que se colocaban como un marco alrededor de la pintura, o en ciertos casos solos como en el templo del Quetzalpapalotl, siendo el motivo principal.

Templo Quetzalpapalotl.

Es de mencionarse, el hecho de que en la pintura no aparece ninguna mujer ni se demuestra interés por ella, no se insinúa el placer sexual y se hace caso omiso de la belleza del cuerpo humano.
Uno de los frescos más interesantes es el del Talocan: El mural de Tlalocan representa el paraíso del dios de la Lluvia, al cual sólo llegaban los que habían muerto ahogados o a consecuencia del agua. Se venera sobre manera al dios del agua lo cual hace suponer que esta era muy escasa, aunque contaba con manantiales y con la cercanía del lago.
El arte teotihuacano posee algo de inmutable, y vive tanto en la macicez de sus pirámides como en las espléndidas máscaras de piedra o en las finas cerámicas. Al final, se torna florido y en extremo barroco.
Durante la época final de la ciudad (650 – 700 d. C.), la sociedad teotihuacana se desmorona, pero el área total ocupada es casi la misma que en la última época de vida normal y el número de habitantes sólo disminuye lentamente.
Al final, los habitantes en las antiguas zonas residenciales dejaron de vivir en casas aisladas y la mayoría de ellos quedó congregada en casas de departamentos, lo cual forzosamente tuvo que producir cambios considerables en la vida misma del teotihuacano. Los grupos estarían más estrechamente vinculados en lo físico, pero la aglomeración debió causar numerosas fricciones, también aglomeración; el gran aumento de la población multiplicó los problemas urbanos y económicos. A raíz de esto se cree que el problema económico creó distanciamiento entre gobernantes y gobernados, un distanciamiento del pueblo hacia los representantes de los dioses y de su opresión. Algunos de los pueblos cercanos se desligaron de la gran ciudad, perdiendo esta el control que anteriormente tenía.
El mayor abandono sólo ocurrió a partir del siglo VIII. Una explicación al abandono puede estar dada por la invasión de las agresivas tribus chichimecas que asolaban todo aquello que iban encontrando en su paso.
La ciudad fue incendiada, saqueada y en parte destruida; las huellas del incendio final son evidentes en muchos de los templos a lo largo de la Calzada de los Muertos. Donde más se advierte esto es en el palacio de Quetzalpapálotl.
Aquí no se conformaron con quemar los techos, sino que las maravillosas columnas esculpidas con la efigie del dios fueron desmanteladas y en parte soterradas en un enorme socavón abierto en el centro del patio. También la escalera monumental de la pirámide de la Luna fue destruida y casi todas las grandes piedras de los escalones fueron quitadas de allí y esparcidas por la plaza. Tenemos también evidencia de que muchas de tal manera que en casi todos los casos sólo encontramos vacías las cajas. Tal vez en tal ocasión acarrearon también durante varios metros la enorme estatua de la diosa del agua, que se supone estaba sobre la pirámide de la Luna y fue hallada hacia 1860 a 142 m al oeste de la pirámide.
Durante los doscientos años siguientes los conquistadores y los vencidos teotihuacanos conviven en el área, pero nunca reconstruyen los templos asolados ni recobra su antigua grandeza la ciudad.
Teotihuacán estableció por primera vez en este valle el centro político, cultural, religioso y económico de lo que hoy llamamos México. Gracias a su sensacional triunfo ninguna otra zona pudo después lograr la hegemonía, lo que hace a México una unidad bastante centralizada alrededor de los altos valles de México.

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