El cuadro Sleeping Girl, del artista pop Roy Lichtenstein, fue subastado en un precio de 45 millones de dólares por la casa de subastas Sotheby’s en Nueva York, Estados Unidos.
Realizado en 1964, Sleeping Girl, fue estimado entre 30 y 40 millones de dólares, sobrepasando lo que se pensaba y pasando a ser al mismo tiempo el más caro realizado por Lichtenstein, fallecido hace 15 años.
Otra de las subastas realizadas fue la obra Double Elvis de Andy Warhol (también fallecido), pero a diferencia del cuadro de Lichtenstein, el cuadro de Warhol alcanzó solo 33 millones de dólares, siendo estimado su precio entre 30 y 50 millones.
Como para pensar (a modo personal)
Independiente si los cuadros sean subastados al precio estimado o no, los artistas en vida ¿conseguirán para ellos mismos tal cantidad de dinero por su trabajo? Tal parece que el arte en vida poco vale, y el artista solo tiene que fallecer para que otros (casas de subastas y empresarios) hagan de las obras un negocio bastante lucrativo bajo el nombre de artistas no presentes, que más de alguno quizás en vida nunca vio tal cantidad de dinero. Esto quizás será de nunca acabar, porque precisamente un gran número de los que adquieren estas obras en subastas millonarias, poco y nada sabe de arte, al contrario, solo compran para satisfacer sus excentricidades y lucirse ante sus pares (igual de excéntricos) el haber logrado la hazaña de obtener una obra en millones.
Quizás el problema no es el arte como mercancía, sino, la forma en como el arte se da como mercancía.
Las locuras de la vida…
