La Generación del 13

APUNTES SOBRE ARTE CHILENO

«LA GENERACIÓN DEL 13” (Colección Pinacoteca U. de Concepción)

Luego de observar el mural, los pasos llevaron a una habitación contigua… El título que etiqueta la entrada: La Generación del 13.

Chile y sus 100 años de vida, Chile y el impulso por alguna transformación… Chile alrededor del año 1910, y al menos en el ámbito de las artes pictóricas, abriendo la academia a la clase media y los talentosos de diversas «clases sociales».

Casi un siglo después, en medio de una sala de exposiciones de la Casa del Arte de la UdeC, me enfrento al Pintor Bohemio de Ezequiel Plaza, los ojos caídos por el cansancio, la nariz teñida por las jornadas de copas (él, el del cuadro), el pincel y la paleta tan intensa como las mismas jornadas. Vuelvo a retroceder, Chile y su primer centenario, Chile buscando el arraigo de sus propias costumbres y su propio arte a principios del siglo XX. El país interpretado desde la pintura por personajes a veces tormentosos, nostálgicos, fuertes y hábiles, existenciales. De pronto veo el Retrato de Deslinda y a su lado Mi Hija (Olga), de Abelardo Bustamante, quien firmó como Paschín… (Paschín, la sutileza de tus mujeres, lo escuálido de tus hombres, la tragedia escondida en cada pincelada fue la razón por la que Neruda exclamó con fervor, y te separó del resto, captando los versos de una vida velada por la oscuridad. Y aquella leyenda del retrato devuelto a causa de la densa escualidez que no pudiste evitar y que no conformó al cliente, y la caja de pinturas lanzada al río Sena luego de visitar el Louvre, convencido de que todo en la pintura ya estaba hecho…)  Pero más allá veo El Velorio del Angelito de Arturo Gordon, el funeral rural de un niño… con el color de la nueva pintura chilena, que intentaba escapar a esa manera tan afrancesada y lejana que dominaba a nuestra pintura a fines del siglo XIX. Y la fuerza de Pedro Luna, y la juventud de Enrique Bertrix, que falleció a sus 20 años, y Agustín Abarca, Ulises Vásquez y todos los demás, toda aquella «Heroica capitanía de pintores» como lo dijera Pablo Neruda, guarda un especial cariño de los amantes de la pintura en nuestro país, y los cuadros parecen ser demasiado costumbristas y conservadores, pero detrás está la existencia y el color hecho de tierra y de alma, y camino un poco más y me espanto con placer al ver el Retrato de mi Madre, de Enrique Moya, tan oscuro, y descubro que el retrato femenino de estos hombres esconde algo, y camino un poco más y Ezequiel Plaza vuelve a cautivar con un clásico Niño de las Uvas, y camino otro poco y el autorretrato de Humberto Izquierdo me hace pensar en lo lúgubre.  Más allá veo escenas muy normales –en esta sala no hay nadie mientras la recorro- y luego me sorprende el retrato de una vaca. Mientras el Pintor Bohemio no deja de posar ante la soledad, y los cuadros no se tocan, pero mi nariz chocó con él para oler aquel cuadro que solo había visto en libros, y que ahora se muestra en las solitarias salas de la Casa del Arte.

Diego Gálvez Reyes. Pintor.

Artículo publicado en Revista Mocha nº3 –  http://revistamocha.blogspot.com

Arte Matriz

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